jueves, 10 de noviembre de 2011

1.0

He sido capaz de enfrentarme a críticas, regaños y burlas. Nada de esto importa, es más, nada me importa. Si por mi fuera, vencería a mil ejércitos, cambiaría el destino, conquistaría al mundo.

¿Pero para qué?

Estoy perdido, amigos. Hundido en un pozo que cabé con mis propias manos. Esta vez no tengo escapatoria. No sé cómo salir de aquí. Sin éxito alguno, he intentado trepar las paredes, se me han desgarrado las uñas, ya no tengo fuerzas. Lo he perdido todo.

Tal vez no será tan malo quedarme aquí abajo por un tiempo. Al menos descubrí mi fortaleza. Mi problema no son los juicios, mucho menos las críticas. La opinión pública no es algo que me afecte, ya no.

Aquél hombre orgulloso y arrogante, murió. Se suicidó, tiró la toalla. Ahora sólo quedan los restos de lo que alguna vez fue un imperio de felicidad, libertad, lujuria y excesos.

Muchos dirán que estoy mal, otros tantos dirán que soy un pendejo, que estoy ciego. Mi problema no es que no vea, mi problema es lo que veo. Todavía hay esperanzas en mí. No ha llegado el día de mi derrota, probablemente jamás llegará. Siempre despierto con una sonrisa, por lo que fue y lo que podría ser.

Pero no cambia nada. Sé que lucho una guerra que ya perdí. Una guerra que yo provoqué y que no fui lo suficientemente bueno para remediar.

Es duro saberse encerrado, es muy difícil verse rodeado de nada. Cuando más los necesitas, aquellos que pensaste leales, se van. Huyen cuando hay problemas, cuando no les gusta lo que ven en ti. Les escupo, amigos. Porque eso es cobardía.

El amor es lo más fuerte, puede mover montañas, crear vida. Y eso, amigos, es lo único que tengo. Ya no hay egoísmo, ya no existe la maldad. No quedó nada de eso, lo aniquilé. Pues este infierno empezó precisamente por eso y jamás lo olvidaré. El amor, es todo lo que me queda, es lo único que puedo dar.

Resulta curioso que personas  que (crees que) conoces de hace mucho tiempo se convierten en los seres más extraños en cuestión de segundos, y aquellos que acabas de conocer se vuelven tus confidentes, tus fieles compañeros.

Más extraño resulta que puedes llegar a sentir una fuerza increíble en el pecho por alguien, una fuerza que te impulsa a despertar, a creer en ti. Y eso, amigos, nos trae de vuelta al obstáculo 1.0.

Espero que algún día cambien las cosas. No soy fatalista, ni mucho menos. Pero a este pozo en donde me encuentro cada vez le llega menos luz.

No me rendiré, es una promesa. Sigo adelante, aunque me duela la vida, aunque me tiemblen las rodillas, aunque mi corazón se enfríe. Camino, paso a paso. Me construyo una ruta para trepar. Ojalá que el día en que por fin vuelva a ver la luz, sea por que tú estás ahí, esperándome con una enorme sonrisa y me digas: "esa mala racha terminó, es hora de sonreír".

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